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Saldo Comercial

Sector Externo

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Definición

El saldo comercial mide la diferencia entre las exportaciones totales y las importaciones totales de bienes. Valores positivos indican superávit comercial (se exporta más de lo que se importa) y valores negativos, déficit comercial.

La serie mensual presentada, desde 1992 hasta 2025, permite observar los grandes cambios de régimen externo de la economía argentina: etapas de apertura y fuerte ingreso de importaciones, períodos de superávits elevados tras devaluaciones y momentos de tensión cuando la balanza vuelve al déficit.

Análisis

Entre 1992 y 1998 predomina un déficit comercial casi continuo. Las importaciones crecen con fuerza, superando de forma sistemática a las exportaciones, coherente con un esquema de tipo de cambio apreciado y apertura financiera. El sector externo funciona como fuente de vulnerabilidad, financiando consumo e inversión con ahorro externo.

A partir de 1999–2001 los déficits se reducen e incluso aparecen algunos meses de superávit, pero sin cambiar la fragilidad de fondo. La crisis de 2001–2002 y la fuerte devaluación generan un quiebre: desde 2002 la balanza pasa a registrar superávits muy elevados, producto de exportaciones en alza y un colapso de las importaciones. Este patrón de superávit alto y persistente se mantiene durante buena parte de 2003–2011.

Desde 2012 el superávit comienza a achicarse y la balanza entra en una fase más volátil. A mediados de la década de 2010 aparecen períodos de equilibrio o déficit moderado, señal de que el crecimiento del gasto interno y la apreciación cambiaria vuelven a presionar sobre las importaciones. Entre 2016 y 2017 retornan déficits frecuentes, mostrando una economía que depende nuevamente del financiamiento externo para sostener el nivel de actividad.

En 2018–2019, tras la corrección cambiaria y la recesión, el saldo comercial se revierte: los meses finales de 2018 y todo 2019 muestran superávits importantes, producto del ajuste en las importaciones y de un tipo de cambio más competitivo. En 2020–2021, la pandemia y la caída de la demanda interna sostienen superávits elevados, aunque con cierta reducción conforme se recupera la actividad.

En 2022–2023 la balanza vuelve a deteriorarse: reaparecen meses de déficit, ligados a mayores importaciones (energía, insumos) y a problemas de oferta exportadora. Sin embargo, a partir de 2024 la serie vuelve a mostrar superávits elevados y recurrentes, que se mantienen en 2025 aunque en magnitudes algo menores. Esta última fase combina un ajuste importador, tipo de cambio más alto y una recomposición gradual de las exportaciones.

Tomado en conjunto, el período 1992–2025 describe una economía que alterna entre dos regímenes externos: uno de déficits financiados por endeudamiento (especialmente en los años 90 y a mediados de los 2010) y otro de superávits forzados tras fuertes devaluaciones y recesión interna. La sostenibilidad a largo plazo depende de transformar esos superávits de crisis en un patrón de competitividad más estable, basado en mayor productividad exportadora y menor dependencia de shocks de tipo de cambio.